Pocas veces una estrella tiene tanta repercusión como la que hoy nos ocupa; considerado el Rey Midas de Hollywood, junto a su amigo George Clooney (y considerado uno de los hombres más guapos del mundo, junto a Clooney también), Brad Pitt ha sabido encauzar una carrera cuajada de éxitos (y algún fracaso) hasta convertirse en productor y activista, comprometiéndose en causas socio-políticas internacionales, formando, a la par, una de las familias más envidiables del planeta.
¿Qué le falta a Pitt por conseguir? ¿El Oscar? Sí, sería el reconocimiento definitivo: a sus 45 años ha trabajado con los más grandes directores e intérpretes de la industria, ha protagonizado películas que pasarán a la historia del cine y sabe mantenerse en la cima, acertando con sus proyectos, por ejemplo, el año que viene le veremos bajo las órdenes de dos mitos como son Terrence Malick (The Tree of Life) y Quentin Tarantino (Inglourious Basterds).
Nacido en Shawnee, Oklahoma, el 18 de Diciembre de 1963, William Bradley Pitt fue el primogénito del matrimonio entre Jane Etta y William Alvin, al que segurían Doug (1966) y Julie (1969). La famila se trasladó a Springfield, Missouri, donde el padre estableció una empresa de transportes. Aquí creció el joven Brad, como le llamaban en casa, matriculándose en el Kickapoo High School, comenzó los estudios de periodismo en la Universidad de Missouri-Columbia, en 1982, que nunca terminaría: atraído por la interpretración, se trasladó a Los Ángeles, California, donde tuvo que ganarse la vida hasta conseguir sus primeros papeles en series de televisión, como Dallas (1987) o Los Problemas Crecen (1989) y tv-movies como Too Young to Die? (1990), donde conoció a la que sería su compañera sentimental durante tres años, la cantante y actriz Juliette Lewis.
Unos principios poco prometedores que dieron un vuelco al ser seleccionado como actor de reparto en la mítica Thelma & Louise (1991), de R. Scott, supo aprovechar sus minutos ante las cámaras y una escena de amor junto a Geena Davis hizo el resto: se había configurado un nuevo sex-symbol. Sus siguientes trabajos fueron ganando en importancia y, paulatinamente, su rostro de Adonis fue ganando adeptos; así en 1992 estrenó Una rubia entre dos mundos, de R. Bakshi; Johnny Suede, de T. DiCillo (Delirious); y El río de la vida, de R. Redford (Leones por corderos). Esta primera etapa se podría cerrar con Kalifornia (1993), de D. Sena (Operación Swordfish), que supuso su separación con Lewis (co-protagonista del film) y el punto de inflexión en su carrera.
En apenas dos años, Pitt había pasado del anonimato a ser foco de interés para la prensa y su fama crecía, imparable, como la espuma, se le multiplicaban los fans y Hollywood no dejó escapar la gallina de huevos de oro y exportó la belleza y talento de su actor en títulos que le asentaron definitivamente como una de las promesas de finales de siglo: Entrevista con el vampiro (1994), de N. Jordan (La extraña que hay en ti), le colocó frente a uno de los grandes, Tom Cruise, en la adaptación de la novela de Anne Rice que, cumpliendo con las expectativas, fue un éxito que supo sobrepasar ese mismo año con Leyendas de pasión, de E. Zwick (Diamante de sangre), valiéndole su nominación al Globo de Oro a Mejor Actor Dramático. Ratificó su status con Se7en (1995), de D. Fincher (Zodiac), un taquillazo junto a Morgan Freeman, Kevin Spacey y Gwyneth Paltrow, con la que inició un noviazgo de dos años (inciso: todas sus relaciones estables han sido con actrices). Puso a prueba sus cualidades en Doce monos, de T. Gilliam (Tideland), que le valió, entre otros, el Globo de Oro a Mejor Actor de Reparto y le propició su única nominación, hasta el momento, al Oscar.
Encontró en el thriller el género donde mejor se encontraba: Sleepers (1996), de B. Levinson (Man of the Year); La sombra del diablo (1997), la última película de A. J. Pakula; El club de la lucha (1999), su 2ª colaboración con Fincher; Snatch (2000), de G. Ritchie (Revolver); o Spy Game (2001), de T. Scott (Deja Vu), siempre al lado de stars como Dustin Hoffman, Robert De Niro, Harrison Ford o Robert Redford. Pero, sin duda, la repercusión popular siempre le venía por sus trabajos donde mostraba su lado más romántico y sensible: Siete años en el Tíbet (1997), de J.-J. Annaud (Su majestad Minor); o ¿Conoces a Joe Black? (1998), de M. Brest (Una relación peligrosa), junto a Sir Anthony Hopkins, con quien ya había trabajado en Leyendas de pasión;…
El hombre más sexy del planeta, como lo había calificado la revista People, perdió la soltería el 29 de Julio de 2000 con la actriz de origen griepo Jennifer Aniston (Separados). Pitt, en una nueva fase, paseó su amor por los festivales de medio mundo, alejándose de retos interpretativos, y sumergiéndose en grandes superproducciones como The Mexican (2001), de G. Verbinski (Piratas del Caribe: En el fin del mundo); la trilogía de Ocean’s (2001, 2004 y 2007), de S. Soderbergh (Che); y Troya (2004), de W. Petersen (Poseidón).
Pero una película, sin ser una “masterpiece”, cambiaría su futuro: Sr. & Sra. Smith (2005), de D. Liman (Jumper), le pondría en contacto con Angelina Jolie (Wanted) y como si se tratase de una conversión, el de ojos azules rompió su matrimonio y formó la denominada alianza “brangelina”; con la californiana descubrió la paternidad: Shiloh (2006) y los gemelos Vivienne Marcheline y Knox Léon (2008), además de Madox, Zahara y Pax. Este nuevo nivel personal lo compaginó con una carrera que supo ampliar con títulos más interesantes como Babel (2006), de A. González Iñárritu, por la que estuvo nominado al Globo de Oro a Mejor Actor de Reparto; y El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), de A. Dominik, que le valió la Copa Volpi de la Mostra ’07. Además inició su faceta como productor por la puerta grande, financiando la oscarizada Infiltrados (2006), de M. Scorsese. 2008 nos deja dos buenos ejemplos de su capacidad para desempeñar trabajos opuestos, como en la comedia de los hnos. Coen Burn After Reading y, sobre todo, impresionante como cabe preveer en la esperada The Curious Case of Benjamin Button, su 3ª película con David Fincher, un alarde donde demuestra su capacidad de transformación y subrayar, definitivamente, que estamos ante un gran actor con ganas de Oscar.
¿Qué le falta a Pitt por conseguir? ¿El Oscar? Sí, sería el reconocimiento definitivo: a sus 45 años ha trabajado con los más grandes directores e intérpretes de la industria, ha protagonizado películas que pasarán a la historia del cine y sabe mantenerse en la cima, acertando con sus proyectos, por ejemplo, el año que viene le veremos bajo las órdenes de dos mitos como son Terrence Malick (The Tree of Life) y Quentin Tarantino (Inglourious Basterds).
Nacido en Shawnee, Oklahoma, el 18 de Diciembre de 1963, William Bradley Pitt fue el primogénito del matrimonio entre Jane Etta y William Alvin, al que segurían Doug (1966) y Julie (1969). La famila se trasladó a Springfield, Missouri, donde el padre estableció una empresa de transportes. Aquí creció el joven Brad, como le llamaban en casa, matriculándose en el Kickapoo High School, comenzó los estudios de periodismo en la Universidad de Missouri-Columbia, en 1982, que nunca terminaría: atraído por la interpretración, se trasladó a Los Ángeles, California, donde tuvo que ganarse la vida hasta conseguir sus primeros papeles en series de televisión, como Dallas (1987) o Los Problemas Crecen (1989) y tv-movies como Too Young to Die? (1990), donde conoció a la que sería su compañera sentimental durante tres años, la cantante y actriz Juliette Lewis.
Unos principios poco prometedores que dieron un vuelco al ser seleccionado como actor de reparto en la mítica Thelma & Louise (1991), de R. Scott, supo aprovechar sus minutos ante las cámaras y una escena de amor junto a Geena Davis hizo el resto: se había configurado un nuevo sex-symbol. Sus siguientes trabajos fueron ganando en importancia y, paulatinamente, su rostro de Adonis fue ganando adeptos; así en 1992 estrenó Una rubia entre dos mundos, de R. Bakshi; Johnny Suede, de T. DiCillo (Delirious); y El río de la vida, de R. Redford (Leones por corderos). Esta primera etapa se podría cerrar con Kalifornia (1993), de D. Sena (Operación Swordfish), que supuso su separación con Lewis (co-protagonista del film) y el punto de inflexión en su carrera.
En apenas dos años, Pitt había pasado del anonimato a ser foco de interés para la prensa y su fama crecía, imparable, como la espuma, se le multiplicaban los fans y Hollywood no dejó escapar la gallina de huevos de oro y exportó la belleza y talento de su actor en títulos que le asentaron definitivamente como una de las promesas de finales de siglo: Entrevista con el vampiro (1994), de N. Jordan (La extraña que hay en ti), le colocó frente a uno de los grandes, Tom Cruise, en la adaptación de la novela de Anne Rice que, cumpliendo con las expectativas, fue un éxito que supo sobrepasar ese mismo año con Leyendas de pasión, de E. Zwick (Diamante de sangre), valiéndole su nominación al Globo de Oro a Mejor Actor Dramático. Ratificó su status con Se7en (1995), de D. Fincher (Zodiac), un taquillazo junto a Morgan Freeman, Kevin Spacey y Gwyneth Paltrow, con la que inició un noviazgo de dos años (inciso: todas sus relaciones estables han sido con actrices). Puso a prueba sus cualidades en Doce monos, de T. Gilliam (Tideland), que le valió, entre otros, el Globo de Oro a Mejor Actor de Reparto y le propició su única nominación, hasta el momento, al Oscar.
Encontró en el thriller el género donde mejor se encontraba: Sleepers (1996), de B. Levinson (Man of the Year); La sombra del diablo (1997), la última película de A. J. Pakula; El club de la lucha (1999), su 2ª colaboración con Fincher; Snatch (2000), de G. Ritchie (Revolver); o Spy Game (2001), de T. Scott (Deja Vu), siempre al lado de stars como Dustin Hoffman, Robert De Niro, Harrison Ford o Robert Redford. Pero, sin duda, la repercusión popular siempre le venía por sus trabajos donde mostraba su lado más romántico y sensible: Siete años en el Tíbet (1997), de J.-J. Annaud (Su majestad Minor); o ¿Conoces a Joe Black? (1998), de M. Brest (Una relación peligrosa), junto a Sir Anthony Hopkins, con quien ya había trabajado en Leyendas de pasión;…
El hombre más sexy del planeta, como lo había calificado la revista People, perdió la soltería el 29 de Julio de 2000 con la actriz de origen griepo Jennifer Aniston (Separados). Pitt, en una nueva fase, paseó su amor por los festivales de medio mundo, alejándose de retos interpretativos, y sumergiéndose en grandes superproducciones como The Mexican (2001), de G. Verbinski (Piratas del Caribe: En el fin del mundo); la trilogía de Ocean’s (2001, 2004 y 2007), de S. Soderbergh (Che); y Troya (2004), de W. Petersen (Poseidón).
Pero una película, sin ser una “masterpiece”, cambiaría su futuro: Sr. & Sra. Smith (2005), de D. Liman (Jumper), le pondría en contacto con Angelina Jolie (Wanted) y como si se tratase de una conversión, el de ojos azules rompió su matrimonio y formó la denominada alianza “brangelina”; con la californiana descubrió la paternidad: Shiloh (2006) y los gemelos Vivienne Marcheline y Knox Léon (2008), además de Madox, Zahara y Pax. Este nuevo nivel personal lo compaginó con una carrera que supo ampliar con títulos más interesantes como Babel (2006), de A. González Iñárritu, por la que estuvo nominado al Globo de Oro a Mejor Actor de Reparto; y El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), de A. Dominik, que le valió la Copa Volpi de la Mostra ’07. Además inició su faceta como productor por la puerta grande, financiando la oscarizada Infiltrados (2006), de M. Scorsese. 2008 nos deja dos buenos ejemplos de su capacidad para desempeñar trabajos opuestos, como en la comedia de los hnos. Coen Burn After Reading y, sobre todo, impresionante como cabe preveer en la esperada The Curious Case of Benjamin Button, su 3ª película con David Fincher, un alarde donde demuestra su capacidad de transformación y subrayar, definitivamente, que estamos ante un gran actor con ganas de Oscar.
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